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Mostrando las entradas de 2017

Dedos pegajosos

Cuando tenía 14 años mi abuelo me regaló dos loros reales. Recuerdo que mi primera impresión fue de asco, eran un par de bolas de plumas grisáceas, ojos saltones y un gemido extraño. Los alimentaba con harina de maíz remojada en agua, limpiaba sus heces esparcidas por todo el patio, les acercaba el pico al bebedero y jugueteaba con ellos todo el día. Al cabo de unos meses sus plumas empezaron crecer verdes, azules y rojas, algunas con manchas anaranjadas. Silbaban canciones de Los Billo's y entre alaridos y gritos, crecieron hasta convertirse en unos papagayos de colores brillantes. Sin surcar los cielos poseían la libertad de las nubes, andaban en hombros, revoloteaban entre cortinas. Ciudad de edificios oxidados, lluvia ácida, callejones de gas y sinuosas calles que finalizan en bulevares, antros y panaderías, al girar El Ávila, calle abajo no hay nada, un carro parqueado y los chicos sumidos en la misma rutina. Resguardo bajo faldas, pancartas de diminutas élites comunisto

El evangelio de John Hurt

Me estoy buscando. 

Al otro lado del río y entre los árboles

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De zdzislaw Beksinski Soy los restos de un transeúnte que divagaba por la maleza de un campo baldío, debajo de la multitud que flota, sumida en mi incoherencia, turbulenta. Fantástica, victima y justiciera de mi camino. Imperativa, alzo la voz y las niñas obedecen, bosques tras praderas, trópico de cítricos; con sus manos arrancan frutas y las recolectan en pocillos de cerámica, manzanas y peras, albaricoques y duraznos. Coral, Coralillo y Concha de Piña entre uvas y frambuesas; muerte áspera, mansa. He decidido suicidarme. Como si fuera un evento cualquiera, decisión de viernes en la tarde que deja a un par de cuerpos refugiados por la lluvia, queriéndose demasiado. El libre albedrío de tomarse un par de minutos, sereno y calmado, optar por la opción menos convencional, la llamada cobarde y de puesto fijo en el segundo giro del séptimo circulo, picoteado por arpías durante toda la eternidad. Resulta paradójico, en el acordeón de la historia fijar una opinión certera, aser

Camino de tréboles

Himno del amor El cielo azul sobre nosotros puede desplomarse Y la tierra, bien puede abrirse. Poco me importa, si me amas. Me da igual el mundo entero Mientras el amor inunde mis mañanas Mientras mi cuerpo tiemble bajo tus manos. Poco me importan los problemas Mi amor, porque me amas. Iría hasta el extremo del mundo Me haría teñir de rubia, si me lo pidieras. Iría a descolgar la luna Iría a robar a la fortuna, si me lo pidieras. Renegaría de mi patria Renegaría de mis amigos Si me lo pidieras. Bien pueden reírse de mí. Haría cualquier cosa, si me lo pidieras. Si un día la vida te arranca de mí Si mueres, si estás lejos de mí Poco me importa, si me amas Porque yo moriría también. Tendremos para nosotros la eternidad En el azul de toda la inmensidad En el cielo, no más problemas. Mi amor, ¿crees que nos amamos? Dios reúne aquellos que se aman.                                                    De Edith Piaf                    

Huesos rojos

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Junio jupiter, jupiter I lost myself on a cool damp night Gave myself in that misty light Was hypnotized by a strange delight Under a lilac tree I made wine from the lilac tree Put my heart in its recipe It makes me see what I want to see and be what I want to be When I think more than I want to think Do things I never should do I drink much more that I ought to drink Because it brings me back you Si me fuese quedado contigo habría citado a Celina en un café barato de la Av Paz, hubiese usado algún vestido corto y collar de perlas crema, una sonrisa plena, embargada de alegría. Le fuese sugerido ampliar sus horizontes, cambiar gatos persas por perros, cachorros de pantera.  Un par de días después, ya sabiendo su respuesta, habría llamado a Adamas y le hubiese comentado la verdad, la vía láctea de la verdad, ácida y retorcida, una locura haber estado en sus brazos imaginando los tuyos y que una vez que eso sucediera tu me fueses jugado con lo mi

Perlas, piratas

Que asco estas manos, la sangre se mete entre las uñas y cuando seca se cae pedacito tras pedacito, negra, casi vinotinto. Extraño tus manos. Parca morta, parca morta. No sé qué me pasa chama, no se qué me pasó, los niños jugaban en el parque y chupulun, niño flotando boca bajo en la piscina, cabecita mojada que sobresale en el agua, cabellos tentáculos, medusas tentáculos. Humareda blanca que esconde golpes, mis ojos malditos ven a León salir de toda esa tela blanca, disipada a los minutos. Parca morta. Han tejido una ciudad dorada, ¿puedes imaginártela? edificios comerciales en el área alta, rodeado de vegetación amarillenta, anaranjada, tejidos gruesos de dobleces finos con cerdas brillantes, broncíneas, dorado espectacular. Residencial al oeste, militar al sur, parca que teje lindo, bien lindo, ciudad planetaria que destella. En mi mano tengo una piedra, ámbar preciosa que aprieto y siento como la piel de los dedos se pega, suda sobre sus paredes. Ciudad dorada que

Huella en que nadie reflexionará

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Nona, quien en la mitología nórdica es conocida como Urd, lo que ha ocurrido, el destino. Pobrecito Adamas Mercurio, con su traje de guerrero medieval. Escribe lo que siente en un pergamino viejo, la mano que tiembla mientras sujeta la pluma. Recibo sus cartas, no siento nada por sus noches en vela, el alcohol como consuelo, las manos de sus mujeres yendo de un sitio a otro, en vídeos y fotografías. Indolente, no logro atisbar una pizca de consideración, ni siquiera formulo las palabras para responderle, o las ganas para tomar pluma y papel y escribirle un par de lineas, lanzo sus cartas a la esquina donde todos los pergaminos están aglomerados, unos sobre otros, de distintas fechas y horarios, distintas emociones y escenarios, pobre Adamas Mercurio y su amor. Proyecto, como si fuera una figura que repite las decisiones y actitudes, un ventrílocuo miserable de ojitos pequeños, cabello duro como la paja, marioneta suicida, copio el comportamiento de León, soy con Adamas Mercurio l

Eva Acertijos

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                                             you've got a fire inside but your heart's so cold Enero, antes de mayo —Mucho gusto Romina, mi nombre es León —extendió su mano, al yo estrecharle la mía y establecer contacto visual pude darme cuenta de lo joven que lucía, me incomodé. Sin duda alguna prefería los gordos barbudos con apellidos extraños, que te hacen sentir que hablas con un abuelo sabio que te dará un buen consejo, el doctor León podría ser cualquier adulto joven que labora en tu oficina, te sonríe en el tren o te invita un trago en el bar. —Mucho gusto doctor, bueno, ya sabe, yo soy Romina Ledeux, se pronuncia lu-du—señalé y suspiré, pensé que fue totalmente estúpido hacer esa acotación —Bueno —dije y sonreí, estaba nerviosa —¿Cómo está doctor? —añadí a mi estupidez. Dentro de mí sentía el pulso agitarse, las mejillas calentarse y fue justo en ese momento cuando quise que la tierra me tragara. Él se echó a reír. —Yo estoy bien, la cosa es cómo estas

Peter de mayo

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Quisiera agarrarte con mis dos manos y estrangularte  podría llevarte de un lado a otro mientras recitas poesía te jalo por un pie y te tumbo del sofá  te arrastro y suavemente te dejo en la esquina debajo de la mesa  desde donde extiendes tus brazos y me pides estar allí. Peter, Peter de sirenas, Peter canvas, el ciclo, el karma  mis mujeres te quieren y tu las quieres,  quieres a todos, en tu corazón hay muchos brazos que quieren apretar, sostener y no soltar, quieren calor. Conocí a Peter después del doce, entre octubre y noviembre, lo veía ir de aquí para allá, sonreía satisfecho, hacia chistes buenos y era tranquilo, cantaba entre las paginas de los libros, se molestaba y lanzaba puños al aire, pateaba mesas y paredes, se convertía en un monstruo rojo y colosal que hacia temblar la tierra tras cada paso. En diciembre cuando hablamos, fuegos artificiales, Segunda Guerra Mundial, Jane Austen y música clásica, sus rabietas disminuían, yo perdía la cobertura de plástico