Peter de mayo



Quisiera agarrarte con mis dos manos y estrangularte
 podría llevarte de un lado a otro mientras recitas poesía
te jalo por un pie y te tumbo del sofá
 te arrastro y suavemente te dejo en la esquina debajo de la mesa
 desde donde extiendes tus brazos y me pides estar allí.
Peter, Peter de sirenas, Peter canvas, el ciclo, el karma
 mis mujeres te quieren y tu las quieres,
 quieres a todos,
en tu corazón hay muchos brazos que quieren apretar,
sostener y no soltar, quieren calor.

Conocí a Peter después del doce, entre octubre y noviembre, lo veía ir de aquí para allá, sonreía satisfecho, hacia chistes buenos y era tranquilo, cantaba entre las paginas de los libros, se molestaba y lanzaba puños al aire, pateaba mesas y paredes, se convertía en un monstruo rojo y colosal que hacia temblar la tierra tras cada paso. En diciembre cuando hablamos, fuegos artificiales, Segunda Guerra Mundial, Jane Austen y música clásica, sus rabietas disminuían, yo perdía la cobertura de plástico y me empezaba a derretir, desnuda y desenmascarada, vulnerable, todo mi sistema empezó a girar en su propia órbita, iba rotando en esta vía láctea hacia Peter, mi Peter.

Para marzo y abril ya eramos amigos, a veces nos veíamos y dedicábamos canciones, hablábamos de historia, Da Vinci y Mozart, Monet y Miguel Ángel, entonces Radiohead y Coldplay, Sarah y Peter. Me disgustaba verle a los ojos, lucia como si quisiera meterse a través de los míos para llegar a algún rincón de mi mente, alternaba los idiomas, sentía su interés, lo veía reflejado en la insistencia por acompañarme a todos lados, los elogios por los temas de conversación que yo sugería, su mano rodeando mi cadera, la preocupación por mi bienestar. Encontrarlo un miércoles,buen clima, sus ojos hermosos, después de las tres de la tarde con café en mano y el corazón creciendo flores, flores con muchos animalitos en ellas, pajaritos y maripositas que dieron paso a mayo, todo es mayo.

En mayo se burlaban de nosotros, de nuestras manos entrelazadas mientras íbamos de bajada, de la traición y la despedida, del encuentro y el amor, siendo lo que es y naciendo allí, entre nosotros. Un beso que debió haber antecedido a Chaplin cerrando sus ojos, pero que se dio sublime durante un día siete, la fricción acompañada de un corrientazo y entonces era mayo, mayo siete, mayo de flores y lluvia por las tardes, de un vaivén eterno recostada en su pecho, mi rostro cubierto por su cuello, Peter, ay Peter, mi Peter. Eramos muy niños, caminábamos por los parques tomados de mano y sugiriendo irnos a otro lugar, chistes malos sobre hacer el amor en los bancos de la plaza, de escabullirnos por allí, entre techos para obtener una mejor vista del atardecer, su risa embargada de tanta alegría, las tardes visitando a la familia y entre abrazos y apretones a las 4 tomábamos café. Viaje al norte y luego a Europa, vestidos azules creados con sabanas, noches escuchando los cuentos de los ancianos de la casa y me di cuenta que sin si quiera intentarlo, estaba enamorada de el.

Meses pasan a ser días y semanas son años, sin peleas o discusiones se reía entre mis labios, para detenerse estrepitosamente un agosto por la mañana,  ya no sentía nada, estaba dentro de si. La despedida y el desamor por el desinterés genera dolor, sus ojos eran lagrimas que con la luz reflejaban mi traición, mi mano golpeando, acuchillando y acabando con lo que mayo nos dio. Nos fuimos, nos dejamos. Llamaba todas las tardes, las noches y en la madrugada, la bandeja de mensajes estaba colapsada y a veces se aparecía en donde yo iba a estar. Abatido y olvidado sus ojos lucían en desesperanza, yo respondía una que otra noche, llamaba durante las mañanas, deje que el tiempo pasara y la rutina nos engulló, nos dejo siendo una luz blanca que intermitente se refleja en el pavimento mojado. Nuestro amor era inmarcesible.

En el 15 retomamos a escondidas, él sosteniendo la puerta a la entrada del café, dejando la luz pasar entre su cabello mientras le observaba sorprendida, por el cambio, lo mucho que le añoré y lo rápido que ha pasado el tiempo, lo voraz que ha sido la vida con ambos. Meses pasan a ser días y semanas son años, Peter entre un amor verde y viscoso, yo entre piernas y poemas, entre tardes corriendo a escondidas a verle, a pasear dos cuadras con el sujetando mi mano:—¡Que nos vean, que mas da!. Entonces era eso, llamadas cada dos o tres semanas, 45 o 92 minutos hablando, mensajes de buenos días y a veces un regaño, cada dos o tres, o cinco meses de vuelta al mismo café, la condición llevo a hacernos sentir extraños, no era mayo, no era siete, no era lo que al recordar yo siento y llevo conmigo, me llena de alegría.

Entre un estar y un irse la intermitencia de los encuentros pasan factura, quejumbroso no saborea el café, amapolas y flores de loto que decoran, distraen. Ciclos que no se cierran, por más que converjamos y como planetas colisionemos no nos podemos cerrar, tomo hilo, aguja, paciencia y luz, luz hacia lo que abrimos y no se puede sellar, no hay forma de cerrar el ciclo. Paso a ser reflexión, durante noches introspectiva los ojos se me abren como dos universos vastos donde entiendo, comprendo que yo soy mi propio Peter, mi ilusión materializada en una voz que rechaza y se va con las sirenas a cuartos de otros pisos, otras alas, soy mi dolor agazapado y reprimido, mis ojos viéndolo en todo lugar, dándose cuenta que nadie me querrá de esa manera, me entenderá sin falta de detalles, me dejara amarle de la forma en que lo hago, nadie en mi vida sera lo que Peter es e hizo hacerme ser, a mi, un bichito de caparazón duro y rojo que vive entre la maleza de un jardín baldío y que sabe amar, tiene muchas ganas de amar.

Meses pasan a ser días y semanas son años, escucho las mismas canciones, leo nuestros libros e imagino y recreo las viejas conversaciones, mientras Yorke esta en vivo en Youtube con un concierto del 2003, Peter viene y se va, cose y descose, con sus manos abre plantas insectívoras y me halla adentro, amándole como solo se puede amar a las buenas cosas de la vida, a alguien que quieres de verdad, sintiéndose feliz porque tu le haces feliz, sonriéndote a través del alba y entregándose a ti libremente, de manera plena. Amándole por medio del perdón, de la tolerancia y el apretón fuerte cuando después de meses nos encontramos, sin besos ni caricias solo nos vemos y nos sentimos ahí, a minutos de la despedida, la caminata cortés hacia los brazos de su amor viscoso que entre llamadas lamenta nuestro amor, le causa un dolor irrevocable.

Me voy, nos vamos, este, oeste, cerca del Ávila a pasos del Humboldt, yo a tantos túneles, debajo de la cama, entre el polvo y las pelusas que crecen en la madera, humedad, llanto y despedida, Peter entre sirenas, Peter canvas de mayo, te amo y te amo y nunca habrá un ser humano en este mundo capaz de igualarte, de amarme como me amas y como perdonas y concedes oportunidades, escuchas, me buscas, entre las fotos no me juzgas y te guardas para mi, a pesar de esas mujeres que bailan desnudas sobre tu cama, Peter amo como te equivocas y confías en mi misericordia, en mi boca recibiéndote a pesar de todo, porque siempre perdono, siempre veo lo hermoso y cálido que hay en ti, calles con olor a flores, un espejo que refleja lo hermoso de tu humildad y tus manos ofreciendo ayuda, siempre ofrecen ayuda, se abren y albergan energía, vitalidad, te aprietan y te hacen sentir a salvo de este mundo egoísta y sin amor, de estas peleas eternas y gritos de ayuda, esta desesperanza y el vacío en el pecho tras la ausencia, mi soledad, mi cama hueca y el techo negro, las teclas rojas cambiando minutos, horas de estos días de crisis, de esta penuria, de esta humareda blanca.

Peter toma aviones, se va.



                                                               la soledad es el polvo inútil del universo




Comentarios

Entradas más populares de este blog

Al otro lado del río y entre los árboles

Cuentos de luz en un cuarto de oscuridad en Amanda 215