Cuentos de luz en un cuarto de oscuridad en Amanda 215

Pocas eran las veces en que salia con mis padres, en que los tres juntos íbamos a caminar o a simplemente ser una familia que frecuente lugares mas bonitos que los pasillos de una triste casa. Ese día salimos de una entrevista muy importante en el lugar donde mi madre trabaja, de allí nos fuimos a un centro comercial dirigiéndonos a la feria, donde mis padres comieron, y yo pregunte por el baño. Era extremadamente tarde y las pocas tiendas abiertas ya estaban cerrando, encontré el baño luego de pasar por distintos locales donde chicos con caras de cansancio me rogaban con la mirada que no entrara allí; lo encontré y rápidamente entre. Me vi en el espejo por un rato, sosteniendo mi cabello con un fino moño sujetado por un lazo rosado y elegante; entre al baño y me senté en el inodoro; comencé a pensar sobre cosas, a meditar sobre terremotos y desastres naturales mientras estas en el baño, y cuando estoy lista para salir... se apaga la luz; estoy a gusto con la oscuridad así que no reaccione de manera asustadiza, salí calladamente e intente maniobrar por todo el baño en búsqueda de la puerta; en la completa oscuridad mis ojos abiertos captaban cosas jamas imaginadas ¡debes intentarlo! apaga la luz y deja tus ojos abiertos, intenta divisar algo con la mirada y veras colores y reflejos causados por alguna parte de tu cerebro que tiene por trabajo esa función. De pronto me siento claustrofobica. Me agacho para descansar mis piernas y poner en orden las cosas, pensé en gritar, o simplemente golpear la puerta, la cual no encontraba, cuando en una fracción de segundos una pierna roza mi pie, sentí que estaba en una película de zombies, donde yo soy la linda protagonista con ojos azules y estoy apunto de ser asesinada por un zombie. La luz se enciende y la veo, una señora de tez oscura y ojos negros llorando en el suelo de baños de mujeres, creyendo que estaba sola en ese casi vació lugar. Me extraño que no se asustara por mi presencia, y de pronto veo que saca una especie de navaja y la dirige hacia a mi, no me asuste pues no la creí capaz de tener una fuerte pelea conmigo en ese baño, así que me quede paralizada mientras la oía decir -¿Tu eres?, a lo que yo le responde -Una luz en tu mundo de sombras Ana; ella quedo sorprendida luego de que yo dije su nombre, bajó la navaja y me dijo -¿Como sabes mi nombre?, ¿quien carajo eres?. Le dije, -Tu camisa dice tu nombre, y si me dejas salir quizás tengas mejores ventajas a que si no me dejaras.
Se sentó a mi lado y saco un cigarro, me dijo -Si te cuento mi problema y alcanza el cigarro, te dejo salir; si no, te dejo salir igual.
- Tuve tres hijos en ese triste barrio que parecía no tener salida, crecieron y mientras el tiempo pasaba por nuestra ventana, sus primos y amigos se perdían entre drogas y sueños de poder tras un arma de fuego; creí que ninguno de mis hijos se dejarían llevar, pero me llevaron a mi misma. Mi casa esta atestada de drogas y alcohol, no duermo bien con el miedo de que vengan una noche y nos maten a todos, prefiero que estén conmigo y no sin mi, a pesar de que mi única manera sea aceptándoles sus malas vivencias. Dijo ella sin llorar y dejando un hilo de silencio que no pude romper.
Abrió la puerta y tomo mi mano, la abrió y coloco en ella el lazo rosado y pomposo que use esa tarde y el cual había caído de mi moño mientras tanteaba las paredes en la oscuridad.
Meses después pase noches soñando con ella, viendo el brillo de sus ojos negros y lo rojo del cigarro reflejado en la permanente y perturbadora oscuridad de mi cuarto. Patricia, la abuela de Sarah me dijo varios meces después cuando le relataba la historia, que ella conocía a la señora Ana, y que había muerto puñalada por la esposa de uno de sus hijos, me mostró el periódico donde lo leyó, y al yo ver la foto supe que si, era ella, La mujer que supo retenerme con cuentos de luz en un cuarto de oscuridad.

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