Cuando todos hablan.

No te quites la camisa que hoy no vamos a tomar.

Bajé el ultimo escalón, voltee y el estaba ahí. Me encanta que lo haga: no dejar nada mal dicho, nada mal entendido, nada mal hecho. Venir tras de mi, explicarme, hacerme hablar.
A veces entiendo que no todo lo que fué puede volver a ser como era antes. Que hay mensajes con tonos que no volverán a sonar, que aquellos errores no importan más y que ellas no hacen falta pues hoy no vamos a tomar.
No es necesario calentar el agua para dejarla correr, no puedo dejar de pensarlo aunque me desgaste.
No es bueno buscar culpables, pero en el juego de tu vida, echarle la culpa al otro es tan de humanos como tener que ganar.
No he tenido nada en qué pensar, son demasiadas situaciones, palabras, decisiones, que justo cuando todos hablan yo me tambaleo.
Era tan tarde que aun no hallaba un lenguaje exacto para poder gritar.
Lo entendí:
Cuando deseaba mi atención, cuando deseaba mi cuerpo, sus palabras eran inimaginables, su imaginación eran palabras y todo lo que hacia parecía simple ante sus ojos; esperaba, esperaba. Se sentaba a esperar, a desear, a querer. Cuando deseaba mi atención, toda lectura parecía leída ante sus días, toda calle ya había sido recorrida y nunca caía dormido ante mi ausencia. Pelirrojas cercaban sus noches pues yo luego adornaba sus días. Recuerdo que cuando me deseaba, era tan sencillo amarnos pero tan difícil decirnos -''hola''. Cuando el desearme protagonizaba sus días, el no tenerme era su castigo, mis errores fueron los golpes y mi osadía fue su salvación.
 Ahora que la tiene, que tiene todo lo que ella implica, parece que aquellos días níveos fueron en vano. Parece que la policía del karma le dejo todo aquello que nunca supe que poseía: lecturas que nunca leyó, caminos que nunca recorrió y presencias dormidas.
No todo se va al vació, hay cargas que aun podemos utilizar, momentos que se pueden recuperar, ¿volverás a llamar? El futuro se nos viene encima y nosotros somos lo que se van, sin ropa cuando bebes ya que te la puedes quitar.  ¿Entonces? simple. Caigo como humana, estoy consciente de: causa, efecto, consecuencia; pero fracaso al no hacer nada al respecto y continuar cantando entre las penas. No, ya sé que no.
El día del enlace doble nos propusimos condiciones, Quiroga salió a bailar y entre tantos virus, de nuevo el vino y se fué. Son incontables las noches en que ya nada parece importarle, en que la luna brilla como nunca y el ahí no esta, ¿habrá otra en sus notas? ¿alguna rubia a quien llevarle café? que le robe un beso y lo disfrace de mentira. El día del triple enlace propusimos una solución, y ante la prolongada velada ambos dijimos entre suspiros:  -¡Odio cuando todos hablan! - fue un unísono hermoso.
Ya lo entenderá, no puedes permitir que te rueguen por lo que necesitan, no puedes dejar que desangren pestañas caídas; la culpa no es mía, la culpa no es tuya, vamos a estar bien.
Bajé el ultimo escalón, voltee y el no estaba ahí. Me encantaba que lo hiciera: no dejar nada mal dicho, nada mal entendido, nada mal hecho. Ir tras de mi, explicarme, hacerme hablar, recuperar lo que dejo escapar.

No te quites la camisa, vamos a continuar. 

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