La sonrisa vertical

Entramos y apago la luz, abrió el grifo y empezó a lanzar agua hacia el aire
hacia el techo, hacia el cielo, hacia el espacio
y las gotas pasaban junto a los satélites y se reposaban en los planetas
Me beso sobre el lavamanos, alzándome contra la pared.

Pensé en eso varios días, hasta que toco a mi puerta (y yo que pensaba ir a la suya)
y no me vio a los ojos, no me dijo nada.


''No fue nada'' me dijo entre dientes
luego, estaba acostada sobre la grama mojada  y pensaba que debía tomar el celular y llamarle
cantarle cierta canción que suena cuando menos quiero escucharla
como un encuentro fortuito en su casa, bebiendo vodka con las morochas
mientras el catire (como todos los catires, ególatra) habla de lo bueno que es con el sexo
y el moreno enarca las cejas.

Me sentía sola cuando te vi, cuando me senté contigo a esperar
que pasaran los minutos que precedían el ''vamos a vernos'' del viernes
cuando esperamos a que fuera martes y de nuevo estaba yo diciéndote cosas que debía callar.

Y de nuevo abro la puerta en la mañana, y me acomodo el flequillo
esperando a que el pase por el pasillo del frente y entre
me diga que se confundió, que las curvas no importan y quiere irse al infierno
reposar con este costal de huesos en la entrada al descenso
para besar mas arriba de mis labios y quitarnos la ropa
en el mismo lugar donde los millonarios lloran, maldicen y lloran.

Me encierro de nuevo y pienso que debería esperar
invitarla a cenar y reposar en sus senos
pero ella lo elude, me responde con un ''okey'', ''dale'', ''bueno''
e insisto en que actúa diferente, en que siente diferente, en que no quiere mas
y me culpo, como si se tratara de una condición natural irreversible
algo mio, algo que no se aparta
como si estuviera pegado a mi con heces
y hiede por lo miserable, por lo rápido que pasó.

Sus lunares aparecen cuando cierro los ojos, como pedazos de tierra distribuidos en mi mente
con el fin de verlos ubicados en la oscuridad, tal cual si fuera un mapa
y pasar a su lado con una niña y un niño tomados de mi mano
una que insiste en que me acueste con ella
y otro que le ame para poder irnos de aquí.

Pero a mi me gusta esta ciudad, me gusta desde cualquier punto
alto, bajo, al norte pero no al oeste (me da asco su ciudad satélite)
y sobre todo cuando llueve, cuando caen esos aguaceros
que traen consigo cierto material corrosivo que va degradando los edificios
borrando las caras, haciendo indistinguible los gestos
pero aquí estoy, y aquí me paseo, entre la muerte y la penuria


Y la voz retumba en los audífonos, tanto que no puedo pensar
si lo correcto es ponerlo en su lugar o si lo mejor es callarme
decirle que deseo que un día sea capaz de ver el daño que le hace a los demás
cuando usa sus palabras como cuchillos, como balas
y me hiere, nos hieren
por que es algo mio, algo que no se aparta
el dramatismo, la sensibilidad


''Pero bueno'' le respondí
entramos en el baño y apagó la luz, jugaba con el agua y se reía
me causaba gracia porque afuera estaba el catire
alardeando que las morochas venían con vodka y abrían su ventana de un solo golpe
que escuchaban cierto blues (no recuerdo cual canción mencionó)
para juntar entre todos sus cabezas y pasear las lenguas unas encima de otras.



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