Para ustedes

Usaba un collar de perlas como el que uso mi mama para su boda, tenia una camisa color rosa de botones, y una falda corte alto que daba a unos pocos centímetros de mis rodillas, era color beige, por lo que parecía mar y piedras encontrándose en la orilla. Tenia unos tacones bajos que combinaban con el reloj Casio de correa de cuero, que a su vez era casi del mismo color del bolso que todavía esta en su casa, porque nunca me lo dio. Estuve un rato en casa de las chicas, una de ellas es bastante juiciosa y tiende a ver las cosas de forma critica, mientras la otra es desconocida para mi. Tomamos té y hablamos de planes y teorías, de ideas e hipótesis, de lo que hicimos el miércoles en la noche y de lo que haríamos el domingo por la mañana.
- Si yo viviera en Caracas haría lo posible por vivir en Chacao o en Los Chorros, en una casa bonita con muchas flores, le dirán ''La casa de las flores'' -suspire como para ver que decían - ¿y ustedes?

Nos tomamos de la mano, eran las 3:00 p.m y caminamos juntos por el bulevar de Sabana Grande, íbamos directo hacia La Previsora y se detuvo mucho antes de la parada del metro, me miro y dijo que iba a llover, que sabia que llovería. Corrimos y dejamos que el agua mojara mis zapatos, me cubrió con un cardigan color verde que para nada combinaba con mi camisa rosa, con mi falda beige.
Nos sentamos en un café a esperar que dejara de llover, me senté cerca de la ventana, el olor a tierra era imperceptible y en lugar de este, lo que llegaba era un vapor  parecido a un esmog que se arrastraba por todo el bulevar. Comencé a pensar por qué decidimos hacer esto, por qué el odio y el resentimiento nos llevo a hacer esto, por qué no quedarnos flotando en el pequeño lago donde crecían flores, y girar mientras las gotas de lluvia caían en nuestro rostro, por qué buscar todo tipo de soluciones.

Concluí que me traiciono y ni ella estaba al tanto de eso. Falta de comunicación, falta de tacto. Cuando ella me dijo que creía en hadas, que las veía y hablaba con ellas, que estas le decían que golpeara su cabeza, que actuara ante todo lo que estaba mal, yo deduje que era un ciclo repitiéndose. No obstante, el tiempo arrasa, como el agua durante una tormenta, como un rió desbordándose y sus caudales saliendo de sus cuencas, y así va, pasando minutos y minutos, horas y días, semanas y meses, el tiempo va y arrasa, se abre paso cual decisión irreversible, irrevocable, como si nunca hubiese habido otra elección en lugar de jalar el gatillo, en lugar de saltar desde las montañas.
Y el tiempo, y lo que paso, y lo que hicimos y dejamos de hacer, o lo que pudimos haber hecho, nunca enmendó la falta de comunicación, el poco tacto, la traición.

Entre septiembre y octubre, 2014.
La traición quema Moi, quema como si estuviera sentada en frente de ustedes luego de haberlos esperado durante horas, y verlos llegar con sus sonrisas de oreja a oreja, con fósforos y bidones de gasolina, abrazarme para saludarme y prenderme en fuego cuando se van. Que les hayas dicho lo que dijiste, porque cuando me dijiste que podía decirte te confié la verdad, la verdad, la que todos manipulan como si fuera un montículo de mierda, y se acercan cuando quieren, la toman con sus manos, juegan con ella y me miran, me escupen y se van. La traición quema, Moi quema, como yo guardando silencio, como tu corriendo a sus brazos cuando yo me voy, o como ellos buscándote porque les pareces chévere, porque no saben la magnitud del dolor.

                   Omerta, omerta, cual siciliano, Omerta.          De Sarah para Moi.

Cuando daban ya las 6:00 p.m estábamos en el piso 8 de un edificio en el centro de Caracas, con vista a El Paraíso desde la habitación principal, y el comienzo de la Av Baralt desde la habitación que en ese momento era su oficina. La ciudad se mostraba ante mis ojos como un libro 3D que despide luces y sonidos. Comenzó a llover, había cambiado para un vestido azul marino con unos tacones bajos color negro, el collar de perlas que caiga en mi clavícula como el agua tras pasar las piedras en un río, el mismo río que sirve de tiempo y no mesura nada, que lo hace todo como relativo, como impredecible. Veía a través de la ventana, con mis manos en las rejas y tratando de tragar a bocanas el aire que esta vez si olía a tierra. Y le dije desde donde estaba, que si algún día me mudaba a Caracas quería vivir en una casa bonita que fuera de color blanco, con muchas flores, que quedara en Los Chorros o en Chacao, y que me hiciera extrañarla desde afuera, verla en mis sueños cuando no durmiera, y hacerme querer estar ahí.

Entre diciembre 2015 y enero 2016.
Me dijiste ''te extraño'' con lagrimas en los ojos, estático, con tu mano izquierda soportando en peso de tu cuerpo en la cama, y la derecha en mis muslos buscando mi mano. El cabello te caía en la cara, tenias sangre en la camisa rota, la camisa blanca que no era tuya, ninguna era tuya. Y el cuarto tenia luces amarillas, todo parecía un escenario acogedor, de esos en los que quieres plasmarte y quedarte para siempre.Tenias rato llorando y pidiéndome volver, quedarme, ser tu llavero. Lloraste, lloramos. Para el día en que decidí escribirte esto, ya era cenizas, y tu estabas de mano con la traición, dándome mas de qué pensar, de qué sentarme a pensar.

                                                                        Aubrey ya no hay luz. Sarah.

A las 9:40 p.m llevaba sangre en las manos, en los labios, en los ojos, caían como lagrimas, y el cabello se me caía a raudales, como lluvia de mayo. El decía que todo iba a salir bien, y tomamos un taxi hacia una zona que desconocía, porque si viviera en Caracas solo estaría en una casa llena de flores, porque si saliera de ahí, si me propusiera una expedición, seria como jugar a conocer las estrategias para un motín. Y cuando llegamos pasamos cerca de un lugar que conocía, era un consultorio donde me atendían de pequeña, y seguía lloviendo. El me decía ''bebe'' y yo trataba de mirar sus ojos, escudriñarlo para entender por qué apoyaba las acciones impulsivas que eran planificadas, como si de una u otra manera las palabras te pudieran ayudar a justificar lo que sabias que iba a ser un error. Y parecíamos dos individuos que habían perdido la cordura, y yo caminaba recordando las palabras de las chicas, las criticas, el juicio y el enigma.

Al llegar estaban ellos ahí, sentados conversando como si nada, tomando de copas que tenían labial marcado en las orillas, y sus guantes estaban llenos de sangre, y el no tenia ojos para mirarla, sus cuencas estaban vacías, llenas de flores, y ella reía, pero no tenia dientes, en su boca habían muchas flores, flores de colores. Y hubo disparos, uno, tres, siete, y al ponerse en pie se quitaron las máscaras, y la lluvia limpiaba sus cuerpos, les quitaba la tierra y les derretía las facetas, las que les dejo el tiempo, las que ellos mismos se pusieron, y mientras iban hacia el piso se evaporaban, expresiones, risas, gestos, y lo que dijeron, lo que hicieron. Caí al suelo a recoger flores, y el se sobresalto de repente, sirenas, voces, pasos, y  me dijo ''bebe, bebe deja de recoger flores, corre, corre''


                                                                                 Querer querer y querer sanar.


Comentarios

Entradas más populares de este blog

Peter de mayo

Al otro lado del río y entre los árboles

Cuentos de luz en un cuarto de oscuridad en Amanda 215