Piso once

Me dieron muchas ganas de llorar cuando te despediste porque te ibas, el libre sale mañana y te lleva devuelta a tu ciudad. Hace días que me fui, creo que ya han pasado dos meses y aun mis mujeres lloran todas las mañanas, todas las tardes y antes de acostarse, dicen entre sollozos ''mi morena, mi morena''. El aún se da golpes en el pecho por lo mucho que quiso decir, ''que tú hablas pura paja'' le decían, le decían con lágrimas en los ojos y ahora todos lloran; se reúnen y entre los recuerdos de las otras reuniones, a la de lentes se le escapa que ese día yo estaba como triste, que qué me pasaba, que era la mirada, los ojos bailando en sus órbitas y que yo me eche a reír, le dije que estaba feliz, que me sentía feliz. Hace meses que me fui y ellas viven llorando, y ellos viven pensando que quizás yo pensaba que debía irme antes de soportar verlos a ellos partir, tomar el libre y llorar porque tenía que despedirme, pasar por el trágico abrazo de despedida, y posar la mano en su cabello (tiene nueve años, este año cumple diez, está muy grande) dejarla ir así como si se estuviera ahogando en silencio y ante mis ojos, y sin yo poder hacer nada. ''Estoy enferma mamá, no tengo más ganas de vivir'' y ella se estremeció, cayó al suelo estrepitosamente, y el polvo se levantó entre su falda, me hizo toser, me hizo estornudar y seguir con la mirada de agonía, como si el aire que respirara me quemara por dentro y me carcomiera ''me quiero morir, me quiero morir'' y las cortinas se batían en la ventana, como si lo dicho, dicho estaba y mañana no estaría ahí, me habría ido. Los recuerdos mantienen parpadeando, aparecen como imágenes en fondo de rosas, tulipanes y orquídeas, a sabor de ángeles y a voces que gritan como si estuvieran justo detrás de mí, con sus bocas en mi nuca y me dicen ''eres inteligente y muy bella, tan buena, tan gentil'' y me desparramo, como si todo mi interior se diluyera en agua y yo fuera tinta negra, me voy disipando lentamente hasta que lo que queda es una dulce armonía, y lo sublime del deseo, de su mano tomando la mía un domingo muy tarde, cuando no hay forma de regresar ''estoy enferma mama, tengo ganas de vivir'' y comienza la verdadera agonía, el morir por sus ojos, su mirar, su mano cubriendo la mía, sus labios ocultos, como si sin siquiera intentarlo me incitaran a buscarlos, a mirarlos, a morirme del anhelo. 
Y la vida parece ser bella, parece no doler y transcurrir como si flotara en un pequeño charco, rodeada de muchos amigos que me halan desde todos lados, me aprietan, me sofocan porque me dicen que sí, que soy muy buena, que soy tan gentil, tan bella, y yo me encojo, me presiona un dolor en el pecho que me hace querer de manera déspota que esas palabras la diga su boca, la reciten sus miedos, para abrazarme con ellas cuando ellos no estén, cuando dejen de hablar de lo mucho que pudieron decirme, que sus mujeres lamentan mi partida, haber tomado el libre, la despedida y el temor de conseguirme un día en la calle como si nada, sosteniendo muchas manos, uniéndolas.
La divina sensación es inminente, y mis esperanzas de tomar un sendero tranquilo se ven amenazadas por el exquisito -a donde te veo, -te extraño, -no dejo de pensar en ti, -Dios como me encantas, -ay Dios como me encantas... Y la ciudad se ve tan gloriosa desde tu ventana, se ve como si quienes vivieran en ella fueran tan felices como una pintura que congela un ameno momento, y como si las luces fueran al ritmo de nuestros estados de ánimo, y del fondo tantas canciones, y tu cara oculta entre mis muslos con tus brazos alrededor de mi cadera, y te miro y pienso, pienso que soy la que tomara el libre porque tú ya no estas y que todo parece estar bendecido bajo la premura, la celeridad, estas ganas de contarte lo que hice, lo que pensé, lo que sentí, cómo me fui, el por qué no soy lo que el té dijo que era, el porqué de los peros, de los no, explicarte que me gustas, me gusta tu colisión de culturas, como una paleta de muchos colores en que se mezclan unos con otros y forman esos malditos matices de colores crema (que me encantan mi amor) que te delinean las cejas, te pintan los ojos (como marrones, como verdes) los que vieron más de lo que cualquiera haya visto, haya imagino, como una lluvia de estrellas, una ilusión interrumpida, el deseo de pernocta en lo que solía ser tu vida y yo me quedo callada, como si muriera por dentro, como si muriera en realidad, cuando preguntas si soy de verdad, cuando dices que soy real, cuando te agradezco por confiar porque todo es auténtico.

S.P

amor, amor absurdamente,
tontamente, perdido, iluminado, soñando rosas e inventando estrellas y diciéndote adiós yendo a tu lado... - J.S

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