Taipei 101.

Es como si estuviese a merced de lo desconocido, como en frente de un seco manojo de cambios (como si pueda materializarlos) y dejara que cada aspecto que en su momento me llevo a conocer la amargura tras estar frente al firmamento, fuera poco a poco, y de manera imprecisa, llevándose la cotidianidad de aquellos días cuando te citaba a Ruben Dario, y veía en ti la posible sombra en el desierto de los días, para que me llevaras a tu encuentro y con canciones que no me gustan, me hicieras dejar de contar los días. Si supieras, el desconsuelo con el cual te hable el otro día, no es mas que un poco de lo que contengo luego de cada aroma que viene y baila en mi cerebro, causando tanto desdén, hacia ti, hacia todo eso que yo llamaría ''eso'' solo por no tomarme el tiempo a explicarlo, a buscar las palabras adecuadas para describirlo, como si todo lo que supiera, o persuado a mi misma de saber, fuese un montón de símbolos que juntos o separados no tienen sentido alguno; te juro que no quería que esto sucediera, que raro eso de mi, tu sabes, hablando de alguien que no soy yo, diciéndote que me aparta su egoísmo, como si sus palabras me aventaran a una pared de humo negro, en el cual hay muchas manos halandome, diciéndome que si, que estoy sola, que quien en su momento me entendió, no logro darse cabida para forzarse un poco mas, para dejar a un lado los viajes calculados en años luz y venir a mi lado, a decirme que debo tranquilizarme que el tiempo es lo que hacemos de el, que donde estamos es lo que hacemos de ese lugar, que lo que somos es lo que decidimos y  la manera en qué controlamos lo que sentimos. Porque lo descubrí: somos un montón de repugnantes sentimientos, y nos movemos a causa de necesidades. Y como resultado de tanto control, tiendo a llevar todo al extremo, como poner cada cosa derecha en su respectivo lugar, separar las actividades por orden de interés (ponderarlas) y agregarles un numero, dar una fecha a la cita que siempre esta pendiente con quien solo habla, y a quien nunca dejo de escuchar, y sobretodo, pensar por qué siempre que deseo algo, es que todo esto por lo que estoy pasando se acabe. Pero, que se acabe cómo, si cuando bajo las escaleras, el día que me recibe esta colmado de desdicha porque tu no estas, porque ahora es mi turno de rendirte pleitesía, de ponerme a tus pies y decirte que si, que ahora voy a considerarte, que me dejare manipular por tus intereses y que siempre que quieras escuchar un ''si'' como respuesta, yo los repetiré infinidades de veces, para sosegar tus desbocados ríos de desconfianza, para que de una vez por todas entiendas que probablemente tanta confusion me lleve a acabar con esto de una manera aun mas egoísta, como dejar caer mi zapato derecho desde el ultimo del Taipei 101, para luego sentarme con el, acariciar tu barbilla, tratar de no bajar la guardia y mostrarme siempre un poco inescrutable, taciturna ante su llegada y luego, un poco cohibida por su presencia, y entonces, solo entonces, cuando confirme las citas para dejar a un lado lo convencional, me entregare a el como cuando en Noviembre yo esperaba Mayo, gastándome, quedándome sin reservas, para ver cómo se me va el tiempo (que es lo único que tengo a mi favor) para ver como poco a poco, día a día, soy tan como ellos, y tu estas tan lejos de mi, y el va hacia una mejor vida, y los dibujos en mi mesa pasan a ser protagonistas de una espera infinita que pensándolo bien, no me atrevo a aceptar.

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