Clave de conexión.

Nuestro encuentro estaba pautado para la hora en que comúnmente siempre nos encontrábamos: 1:00 PM.
Como siempre yo llegué tarde, un poco nerviosa por la pinta que llevaba; ella me pidió ir vestida de manera ''provocativa'' por mi parte eso implica aquellos tacones negros, un leggins y alguna camisa que pareciera recién comprada, acompañada del típico bolso pequeño y práctico que siempre me suele combinar. 15 minutos tarde no haría una gran diferencia, según su ultimo mensaje ella ya estaba allí.

Era el acogedor café donde los últimos meses nos habíamos encontrado, ya que el dinero parece humo y casualmente cuando nos vamos a ver ya no esta. Llegue y con la mirada la busqué, supuse que estaba en el baño así que me senté donde nos habíamos sentado la ocasión anterior. Mientras pensaba -¿donde estará? el chico de verde me miraba y como lo conocía de hacia unos meses atrás, cuando las rosas aun tenían color, me acerque sin vergüenzas y le pregunte si sabia de su paradero. Ya había pasado una hora y ella no respondía mis mensajes, no contestaba mis llamadas.

 Me preocupé. No suelo hacerlo, siempre dije que no le daría importancia a su estancia en mi vida, y que lo que sucediera con ella era su problema, ya que mientras menos me importara mejor nos iría; y henos allí... cuatro años y sin problemas.
Sentí que perdía mi tiempo, seguido de mi paciencia; tome el teléfono e intente comunicarme con ella de nuevo. 36 llamadas no contestadas, 9 mensajes sin responder.

Comencé un placido viaje psíquico en el cual me vi a mi misma corriendo entre pupilas dilatadas en busca de ella, recordé sus palabras, lo hirientes que fueron; y recordé el sabor del recuerdo cuando te duele justo como te dolió cuando lo viviste. Puedo confiarle cualquier banalidad, cualquier inquietud, cualquier secreto, muy oscuro, muy bello, ella lo olvidará.

Recogí mis cosas y me puse de pie para retirarme de ese lugar, cuando un café fue colocado en la mesa y mi mirada solo estaba dirigida hacia la persona que lo coloco. Era el chico con el que ella estuvo en una ocasión (pero no bebiendo cafés) Sonreí y le pregunte si la había visto recientemente en las ultimas dos horas, lo negó. Se retiro con una sonrisa y supuse que esperaba que me tomara el café: era uno de esos con poca leche y grandes (el café) servido en una taza blanca rota a un costado.

Recordé cuando nos conocimos, lo mucho que sufrió y la mentira en la cual me mantuvo enredada, la imagen que cree de ella poco después ella misma la sepulto, recordé los días en que deprimida yo leía sus cartas, cuando no me di cuenta que habíamos crecido, que prácticamente pasamos de ser las que caminaban sonrientes a las que caminaban pensando en problemas, cómo resolverlos, cómo respirar. Me dijo que yo era una mujer, lo negué, le dije que aun me faltaba crecer, ella dijo que si crecía mas moriría. El café iba a la mitad y aun esperaba su llegada, pensé que algo pudo haberle sucedido, siempre se veía rodeada de muchos peligros pero su suerte la libraba de ellos. Trate de hacer una lista mental por orden alfabético de todos los días y noches en que su cuerpo no era de ella, trate de buscar una razón por la cual aun estábamos juntas, me esforcé por dar a luz párrafos concretos de por que la apreciaba tanto como yo decía y por que ella siempre estaba involucrada en encuentros de falso amor por una noche y necesidades suplidas por un mes.

Un hombre le pregunto a su padre: -Padre, ¿cómo podre encontrar a la mujer correcta?
Su padre respondió: -Olvida encontrar a la mujer correcta, concéntrate en ser el hombre correcto.

Supongo que también aplica para las mujeres. No me considero una mujer interesada, jamas he visto mas allá de las palabras o los recuerdos, de hecho, podría vivir de los olores, de los sabores, de los momentos ¿Por qué los gritos? ¿por qué las ganas desenfrenadas de estar con alguien? si al fin y al cabo la mayor parte del tiempo nos sentimos solos, por qué morir por un hombre cuando no se comportan como una mujer

Salí de ahí un poco decepcionada, sorprendida y devastada, sabia que a mi encuentro no vendría nadie, ya que después de tantos amigos en ninguno podía pensar. En lo que a mi respecta, podría pasar los ya calculados años de mi vida, pensando qué hacer con ella. Ella aun no ha aparecido, 4 meses han pasado y no se donde pueda estar, no responde los mensajes, no contesta las llamadas.

Lo agradezco, gracias a su cuerpo que sirve de imagen para depositar mis pesares, ahora que no esta los siglos de pensar por las mañanas han llegado. Adiós continente sin nombre, adiós sentimiento infernal, adiós intermitentes luces.

Yo puedo.

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