Cotoperí
Hay personas extraordinarias, hacen reír, hacen llorar. Caminas en la cera, a dos pasos de un charco de agua empozada y minuciosamente posas tus pies en el espacio que milagroso sale de la nada, otorgado por el universo, subes la cara y tus ojos saltan de rostro en rostro, hora pico y todos en sentido contrario a tu camino, caras largas y apagadas. Hay personas yoistas, de las que pasan el rato enalteciéndose así mismas por cualquier hazaña cotidiana, ordinaria, nimia. Hablas con ellos y tus ojos se abren mucho, se abren porque no te dan tiempo para hablar, suspiras y haces el ademán de integrarte en la conversación, inmersos en si mismos y la mano dándoles vueltas a mil cosas, van en círculos y no terminan de hablar, hablan y escuchas, hablan y hablan. Personas angelas, chielos chiquitos con aureolas brillantes de tono purpura bautizadas bajo un mercurio retrogrado y el fulgor delata virgo entonces persona angela modesta persona petulante y soberbia habla y te escudriña co