Adamas Mercurio
Sentido
a las agujas del reloj
Angelito, Adamas de mi corazón, mi vida, tan pequeñito,
eres un niño que abre sus ojos al alba y respira tan apacible, lleno de vida.
Eres un segundero loco, Dios mío, un segundero bien loco, y yo voy minuto tras
minuto arrastrándome por seguir tu paso, por mantener el tiempo como iba, con
la aguja en la misma hora de ayer, en la misma hora que está justo en este
momento. Yo no sé qué es esto, un calambre cerebral que se desliza a través de
tu espina dorsal y llega hasta tus dedos, te hace sentir acompañada, y cierro
los ojos para verte fuera de este color (esta dimensión es muy azul) y te veo
purpura, enojada qué se yo por qué, yo que amo tus muslos, tus delicadas
facciones (aunque tus pómulos sobresalen tanto, mujer) y tú que lloras por ir con
desespero, cortando el tubo de crema dental y arrancando pelo por pelo lo
natural de tu cabello.
Cuando este sola iré a visitarles ancestros, a la isla donde Adamas y yo iremos tomando forma, adquiriendo valor. Ángela se viste de seda e insulta, reprime, la vanidad brota, por los poros como lo verde creciendo en grietas, similares a las venas que están en tus ojos. Nos miramos, y viene el grandulón, con ínfulas de fama, con ínfulas de poder, el omnipresente, o el ovnipresente, abriendo las puertas de su nave espacial para dejar salir criaturitas (que yo adoro, de verdad las adoro) que con un dedo empujan los árboles y con dos dedos revuelven la actitud de Ángela, la muchacha presidencial, ojos verdes, falda corte campana, champagne, color crema y zapatos de charol y la sonrisa desfigurada, los gruesos y deformados dedos de las criaturitas, Chielos, revuelven como si fuera un trago amargo, y toda ella es voluble.
Sube y ‘’qué paso Sarah’’, ‘’ay Sarah quisiera que en
lugar de marcar minutos, marcaras horas y te quedaras en un solo lugar (el día
tiene 17 horas) así solo podría pasar sobre ti, no me alcanzarías, serias una
aguja de fantasía, bonita, de colores sin mucho valor, y yo podría seguir
subiendo a donde estas y preguntarte qué paso, aunque no me importe qué paso,
no me importa nada de ti de verdad. Pienso que sería magnífico, formidable, que
no me preguntaras nada, yo que aquí doy vueltas con mi falda, y me siento en
las piernas de los muchachos, los de la fraternidad, al moreno le digo que lo
quiero, y al catire lo saco a pasear, pero eso que te importa a ti Sarah,
pequeñita, menudita, frágil y descuidada’’.
Es muy probable que si abandonas todo ahora, en este
momento histórico, tengas que repetir la novela, abnegada a lo que sucedió, roman
à clef, al severo traumatismo por recordar, y ‘’vamos a echarnos los cuentos mi
niña’’ las luces, el frío, noches corriendo a abrazarte.
—La culpa es de la vaca, de la vaco, de la baca, de quien
se lleva las vacas—dijo la tripona, confundida.
—La abducción alienígena, Ay carajo se llevaron a Celina,
a Celine, a Cerina, todavía no me acuerdo como es que se llama la desgraciada,
pero menos mal se la llevaron. No me parece justo lo que le hizo a Jace, sus
manos ahora son cenizas, que pasaran a una fase pastosa, marrón y pastosa,
asquerosa, porque está lloviendo en la montaña, no ha dejado de llover chama,
deberías venir y todo. Tu sabes que yo vivo enamorada de Jace, la loca de Medi
le dice Yeis. Recuerdo cuando tomaba la mano de Celina, Celine, o Cerina y la
besaba, en los nudillos, en la yema de los dedos, y pasaba la lengua en la
palma de su mano, como una serpiente de tres cabezas—dije, y esperé su
respuesta.
Sentido
contrario a las agujas del reloj
Me
voy mañana, me voy a lo que está en medio de la tierra y el cielo. Ojala no nos
volvamos a ver, Dios mío, ojala que tomes la decisión correcta y te montes en
un avión desde la tierra y quizás pases por aquí, pero sigas de largo, tu
sabes, cogiendo camino, que te vayas a cualquier país de DNPILSA y le salgas de
culo lindo a cualquier noruego, alemán o italiano que este de mal humor. Me
reiré de mí, por permitir que la situación me agobie, lo pienso así: la vida,
la vida es un reloj, y ahora que el día tiene… ay ya... y quiero vivirla,
quiero cada segundo, que me pertenezca y pueda hacer de él lo que me plazca,
quiero llorar si quiero llorar, quiero reír si voy a llorar y quiero la certeza
de que a las doce menos uno podre balbucear tras un suspiro corto y agónico,
que todo valió la vida, porque no hubo penas, no las deje haber.
Pediré
perdón, me arrodillare, por todas las mentadas de madre, por las naves que no pude
recuperar, y entre sollozos hundiré la cara en las manos para que la luz pase a
través de mis dedos, y me dé cuenta que estoy en la plataforma donde se
reflejan mis recuerdos, y baila Adamas con su mano en mi hombro, baila con su
hermosa sonrisa de hombre realizado, de quien no hallo penas, hallo vida y lo valió.
Para mi vale la vida Adamas, vale vida la vida
porque tu estas a mi lado, y sonrío los lunes porque el domingo dormimos
juntos, a medida que las ganas por dejar la ciudad nos seducen, ojalá nunca te
vayas de Caracas, ojalá te quedes aquí, y vayamos a la casita blanca que está
en Chacao, y te pongas a cantar, con esa vocecita tan bonita que tienes,
mientras yo incito revoluciones, que amen, que vivan, que dejen de matar
carajo, por favor, dejen de matar.
Esto
que es y no es, sigue su ciclo, como un árbol estirando raíces, dándole espacio
a las naves para que puedan aterrizar, y bajan las criaturitas, los Chielos,
y las Angelas, los niños de 13 años con
los dedos embadurnados de pólvora y almas, llanto de madre, en deuda con la
vida, con la estadía allá abajo donde el agua vaga canalizada, se independiza
en el río, en el mar.
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