Cuentas Claras.
Tener 12 años es la aventura de la vida, la mejor etapa de todas
las que te tocan vivir de ahí en adelante, porque creo, es el inicio del
acuerdo eterno con las hormonas; siempre he tenido presente que si en algún
momento de mi vida se me otorga un deseo irreversible, que sea capaz de llevar
a cabo cualquier acción en mi vida, cualquier cambio, lo que yo quiera,
desearía tener 13 años. Probablemente sea por todo eso que hice mal, que no
hice o que me encantaría volver a hacer, por ejemplo; a los trece años nunca
piensas en el daño que pueden crear las palabras, nunca piensas que los amigos
que ahora posees desaparecerán en un par de años, (no todos, pero alguno lo
hará, o tú lo harás) no sabes que si escuchas muchos consejos, como el típico
''no tienes la cabeza para el cuerpo que posees'' o el ''¡cómo te vas a poner
eso! es totalmente vulgar'' o aquel ''tú no tienes edad para andar teniendo
novios'' . Tener trece años es comenzar a vivir lo que yo llamaría ''Estar en
el medio'' no eres muy pequeño para cosas como empezar a salir solo, o
aventurarte en los primeros años de bachiller, pero si, eres pequeño para salir
solo con tus amigos, o quedarte hasta un poquito más de las 9pm o tener ciertas
pasiones encontradas. A mis trece años, en lo personal, era la persona más
despreocupada de la vida, quería tener amigos en todos lados y trataba de
encajar en las actividades del momento, creía que aun las personas eran de fiar
y que todos se reirían de mis payasadas; entiendo correctamente que esta definición
quizás no encaje con la personalidad de todo el mundo cuando tuvieron 13 años,
pero creo que si escribiera para todo el mundo las diferencias serian
exorbitantes, la verdad es algo un tanto especifico. Ojala hubiese tenido la
oportunidad de pensar claramente ciertas decisiones mal tomadas, cierto caminos
equivocados, ojala hubiese elegido con minuciosidad las personas a quienes
llame amigos, de alguna manera, quizás aun estarían aquí. La cosa es que, tener
trece años es pensar en lo mucho que disfruto la canción y no lo cansada que
puedo estar, es salir toda la tarde y que a las 8 tengo que estar en casa y
volver a pedir un ratico más, tener trece años es enamorarme de sus palabras,
de sus gestos, de lo que ''podría pasar'' y no de lo que ''no ha pasado'' tener
esa edad, estar en esos días, seria retractarme de muchísimas cosas, y ahora
que lo pienso, los años que siguieron fueron un tanto similares, pero el inicio
de todo aquel desastre de emociones y sentimientos se dio a esa edad, a tus
trece años.
Si yo tuviera el valor
de decirte que tengo muchas cosas que contarte, y me sentara a decirte qué
debes hacer, qué está bien, qué está mal, quizás sería la persona que no te
preguntara en este momento ''Qué es lo que odias más de mi'' posiblemente seria
tu consejera empedernida, tu almohada para llorar todas esas semanas previas a
tu periodo menstrual, cuando te encuentres presionada por los exámenes, porque
no conseguiste el tono de color rosado que querías para tus uñas, porque ella
te dijo que no podías ir a donde estuviste días planeando ir con tus amigas, quizás
yo seria, alguien que no está como anda ahorita, alguien que no posee el valor
para aceptar que ni un Dios de otra religión, que ni una estrella tres veces más
grande que la tierra, va a otorgarme un deseo para volver a la época en que yo
sola, sin nadie, me di cuenta que la vida que tenía era lo suficientemente
buena como para desperdiciarla pensando en el mañana, en cuando pasaran cinco
años, y los amigos que se me iban, que se olvidaban de mi apellido, iban a estar
ausentes en este ahora tan desolado, tan triste, que me decepciona como si me
hiciera ver que realmente estoy equivocada, y lo que necesite era alguien como
quien soy yo ahora para ti, alguien que me escuchara en lugar de llorar todas
las noches, alguien que me dijera que no había nada que cambiar, que no lo hubo
que no lo hay, aunque todos me lo digan, me lo exijan, me lo hayan dejado
escrito, en libros para niñas con vestidos de flores, bailando
alrededor de mí, y cada una grita mi nombre y me trata de empujar, cada una
tiene ese rostro a pasado que me asfixia, que me vuelve un poco retraída en lo
que podría suceder si observo las orquídeas en el borde y me lanzo a lo
exquisito del vacío, quedando plasmada en donde las olas le hacen el amor a las
rocas, justo ahí en la orilla del mar. Hermana, si yo tuviera trece años, si yo
tuviera a alguien como yo, te podría decir con seguridad que lo mejor que
puedes hacer ante la caída es abrir los brazos y dejar las cuentas siempre
claras, nacer con la verdad, jugar con la verdad, perder con la verdad, vencer
con la verdad y morir diciendo la verdad, bailar hasta cansarte, tomar agua y
seguir bailando más, comprarte todos los tonos que existan, porque para qué
dudar, enviar un mensaje a tus amigos, mostrarle cuanto te importan, diciendo
un ''feliz inicio de semana'', o estudiar con anticipación para tus exámenes,
aceptar que tus papas no pueden ser tus mejores amigos pero son tus aliados en
el bien y en el mal, y que pedir permiso es más fácil que terminar con tu
primer novio, pero sobretodo, que lo que está sucediendo ahorita, en estos días,
ayer, este viernes, es parte fundamental de lo que serás cuando pasen cinco
años, y te des cuenta que todo cambia, la vida es una autopista de cuentas, y
los cambios son carros que pasan a toda velocidad a tu lado, mientras tú vas
clara por tu vía, paciente, tolerando todo lo que justamente se puede
justificar, y haciendo lo que te apasiona porque después habrá tanto qué
pensar.
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