Dos Mil Doce.

-Amargo el sabor que dejo en mi boca.
-Amargo el sabor que dejo en mi boca - repitió para que nunca se le olvidara, pues tendía a no realizar un gran esfuerzo para memorizar.
Pues si, como tú sabes,ese día yo estaba muy bonita, llevaba puesto el mismo animo que tenia en Septiembre (cuando todo inicio) y lucia tan hermosa, ingenua; como todo lo puro: ignorante de todo lo malo.
Ya en Octubre sumí los sentimientos en donde estuvimos de pie durante Septiembre, y anduve por ahí, toda indiferente, toda taciturna. Fue entonces cuando conocí el uso de las palabras, de lo doloroso que puede ser el lenguaje, de todo eso que ahora me resulta tan tedioso porque durante tantos soles yo solo vivía soñando en lo que ahora poseo y no hallo cómo controlar.
Me desconozco, no sé qué estoy haciendo, no logro distinguir nada en la más casta claridad; voy caminando pensando en lo que tengo, lo que quiero, lo que quiero y tengo (al mismo tiempo), y en lugar de preguntarme qué me gusta, mejor pregúntame qué desprecio.
Tuve algunos hijos, los llame como cada noche sin luna de Noviembre, y cuando lloraban les cantaba la misma canción que te pedí me cantaras hace unas semanas atrás, y luego los llevaba al parque, a que conocieran mi dolor, porque no puedo llevar el control que decía conocer, y entonces pienso en la poca gravedad del suelo donde estábamos el otro día, cuando ibas tomado de mi mano y entre arbustos buscabas pájaros, porque si, te encantan y lo sé. Pero ya no importa, nunca importo; que yo diga tres veces que me oculto, que ya llegó, que me encanta, que me explores, que lo hagas, me destruyas, me vuelvas cenizas, me esparzas al cielo, y que llueva del mar, me una al lodo y me pises, me escupas, me maldigas, y lo maldigas, lo consumas en odio, poco a poco, así... como ambos sabemos que te gusta... yo arrastrándome hacia ti, gritando lo mucho que me gusta, que te amo, que oscurece, que ahora si me voy, me quedo conmigo.
Que triste ¿no crees? exactamente como ese día, demasiado café buscando dormir, demasiado humo buscando respirar, demasiada soledad buscando... y yo andaba con tantas ganas de amarle, de serle devota. Es una pena, que ahora luego de otro más de tus descuidos, tu peor pesadilla se adueñe de aquello que te amo mucho mas de lo que los números podían cuantificar, de lo que las palabras lograban comunicar, eramos en lugar de infinitos, tan inefables, llenos de un montón de porquería imposible de organizar, porque ¡fíjate! se nos acaba el año, ya bien sabes cual es mi próxima estación. Y así estaré, sentada junto a las señoritas que ya entraron en sociedad, porque luzco un poco vieja para darme la gracia de dormir con las pestañas aprendiendo a nadar. Luce cálida la estancia en su vida, pero lo que sea que le de, eso jamas es suficiente. No le temo a su ausencia, sino al pensar en cómo seria todo si me encontrara con ella, por eso optamos en no pensar absolutamente nada; como el día aquel con las flores purpuras, en que deslizabas tus manos por el aire desfilando tus dedos hacia el infinito espacio entre el cielo y mi cara, moviendo tus labios como suaves olas luego de cada fricción, y con una suave voz disparabas teorías sobre lo importante que es para una mujer como yo, tener la palabra ''nada'' en letras negras, con un fondo blanco dándome vueltas en la cabeza, para que así, cada día en que me sienta sola, limite mis pensamientos a un fondo blanco con letras negras diciendo ''nada'' y de esta manera, pensar que estabas bien, que tenias razón, como siempre la tuviste, diciéndome dramática todo el tiempo, enseñándome a apreciar la soledad, a pedirte que te quedes, que vayamos al teatro luego de la cena, que levantes mi vestido antes del ocaso, y entres delicadamente, como un año de esos que aparece al azar, y me llames luego de dos horas de haberme visto, pidiéndome volver a aquel lugar, que el se sienta tan celoso, tan pequeñito, que ahora te tenga que ir a buscar, recordándote el dolor de mis ojos el color de esos días ¿o era al revés?


No, no nades con sirenas, no, que el mundo se me...

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