Canto de los hijos en marcha
Andrés Eloy Blanco Foto de Donaldo Barros Madre, si me matan, que no venga el hombre de las sillas negras; que no vengan todos a pasar la noche rumiando pesares, mientras tú me lloras; que no esté la sala con los cuatro cirios y yo en una urna, mirando hacia arriba; que no estén las mesas llenas de remedios, que no esté el pañuelo cubriéndome el rostro, que no venga el mozo con la tarjetera, ni cuelguen las flores de los candelabros ni estén mis hermanas llorando en la sala, ni estés tú sentada, con tu ropa nueva. Madre, si me matan, que no venga el hombre de las sillas negras. Lléname la casa de hombres y mujeres que cuenten el último amor de su vida; que ardan en la sala flores impetuosas, que en dos grandes copas quemen melaleuca, que toquen violines el sueño de Schuman; los frascos rebosen de vino y perfumes; que me miren todos, que se digan todos que tengo una cara de soldado muerto. Lléname la casa de flores regal