La Novia de Bretaña
Mi vida, quiero cerrar tus ojos con mis pulgares, sentir tus parpados sacudirse tras el impulso de proteger tus piedras preciosas, citarte en un café para negar lo que siento por ti y luego llamarte para ir a jugar. Me siento adormecida, con la frente cayendo de su lugar, estoy dubitativa, sugestiva, no termino de explicar el sobreanálisis de lo que ocurre; parece un dedo gigante presionando mi cabeza, me hunde en la tierra. A pesar de todo este peso sobre mis ojos, puedo ver a los hombres, a estas mujeres, mis mujeres, las palabras que usan y cómo su mirada se detiene por un momento, fruncen el ceño y desde adentro un pequeño humano extiende los brazos para alcanzar un recuerdo que fugaz se aleja, se da por perdido. Eres inalcanzable, te siento muy por encima de mí y me estiro, me pongo de puntillas y alzo los brazos, los estiro para tocarte, jalarte, pero cada vez que la yema de mis dedos roza con la trenza de tus zapatos, recoges las piernas de golpe como si fueran tentáculos cont