Ciudad satélite
Quiero que me llames, que me digas que te vas. Ayer apenas entendía las lineas en prosa y me pareció conmovedor, sabes, que pienses que me veo bien con el cabello detrás de la oreja y las ganas por el piso. Se reía mientras bajaba las escaleras, porque mis piernas temblaban y a medida que cada pie tocaba un peldaño levantaba polvo de diamantes, que subían a mi cabello y lo teñían de blanco, de un blanco platinado. Las ganas son irremediables y llevaran a ejecutar el ''fin que justifica los medios'' como encontrarnos uno en frente del otro, tragándonos las palabras, y no poder recordar lo que vivimos por la misma pared negra con letras blancas, por la misma pared de vidrio o porque tantas voces al mismo tiempo no me dejan escuchar. Pero no todo es tan terrible, la vida tiene cierto gusto agridulce, y tu me cubres con los brazos, justo en la cadera (porque encajamos perfectamente) y yo volteo a verte y la luz del sol da justo en tus ojos, bañan tu rostro como si fuer